El propósito de la oración no es cambiar a Dios. Él no cambia porque no necesita cambiar, nosotros sí.
El tiempo con Dios es para nuestra propia edificación, no para el de Él. La oración es uno de los grandes privilegios que recibimos junto a la Salvación.
Una de las consecuencias de la salvación en Cristo, es que tenemos acceso a Dios. Hemos sido adoptados en Su familia y hemos recibido el derecho a dirigirnos a Él llamándole Padre.
Oramos con esperanza y confiadamente no sólo por la soberanía de Dios, sino a causa de ella. Orar a Dios, solo sería una pérdida de aliento y de tiempo, si el no fuera Soberano.
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” – Jeremías 33:3
Precioso y cierto!! “El tiempo con Dios es para nuestra propia edificación, no para la de Él” me encantó esa frase…